Uno de esos días que te despiertan los rayos del sol a las cinco de la mañana, si si, como lo oyes, a las cinco de la mañana amanece por estos lares sino antes; el caso es que ese día me despertó un rayo de sol mañanero de esos que por aquí no suelen asomar mucho la nariz calentita, así que ya que estaba despierta ... me di la vuelta y me volví a dormir, ¡que creías!, eran las cinco de la mañana.
El caso es que ya a una hora más prudente y visto que el día se presentaba esplendoroso, decidí coger el google map y a dedo irme a un lugar verdecito a hacer rutas de senderismo que el día estaba propio para la faena. En fin, que elijo Castleton, que para el que no esté muy informado, es un pueblecito de tres casas y media en medio del peack district. Me tiro para Victoria Station que de allí salía supuestamente un tren que iba y cuando ya tenía comprados los billetes y todo me da por preguntarle a un revisor, porque según el mapa aquel pueblo estaba no tan cerca como decía mi billete de tren que estaba, y resulta que no era el mismo Castleton. Exacto, señores míos, hay dos Castleton porque por lo visto el día que se repartían los nombres el alcalde del pueblo de marras estaba dormido y se lo duplicaron. Vaya tela.
Pues nada allá que devuelvo los billetes y el de información me informa, valga la redundancia, que al Castleton al que yo quería ir no había trenes directos, tenía que irme a Edile y de allí coger un bus para Castleton, así que me voy para Picadilly Station a patita y de allí decido escoger Hope que está muy cerca de Edile y de Castleton; esta vez el billete era el correcto y allá que me voy hacia el centro del Peack District en un tren un tanto incómodo, cosa rara porque normalmente este tipo de trenes son bien confortables pero aquel era uno de esos días, ya sabéis cuales os digo.
Para los nuevos os diré que Peack District es una enorme masa verde que podemos encontrar a escasos kilómetros de Greater Manchester tirando hacia el este. Es una reserva natural con una flora y faunas exuberantes y unos pueblecitos escondidos que guardan el sabor de épocas pasadas. Recorriendo sus paisajes podrías toparte con Lancelot o el rey Arturo, de sus lagos parecen surgir damas con espadas legendarias y si te fijas bien, a la sombra de los árboles puedes ver hadas volar.
El tren se perdía entre la inmensidad verde dejando a un lado y a otro de la vía una miríada de pueblos escondidos entre la foresta. Cerca de Edile vi dos campings, uno de tiendas y otro de caravanas, al pie de una montaña con una vista sobrecogedora, apuntados quedan como futuras escapadas con encanto. En el susodicho se bajó medio tren, no se veía ningún pueblo por los alrededores pero estaba claro que una muy importante parte de las rutas de senderismo del lugar partían de Edile. Queda apuntado en mi cuaderno de bitácora para la próxima vez.
Y por fin llegamos a Hope. En esta parada también se bajó bastante gente aunque ellos iban más preparados que yo, todos con sus mochilas, botas de caminar, cantimploras y gorritos. Ahí es cuando me di cuenta que me iba a quemar cual salmonete, mira que es la guiri ahora.
En fin que como no tenía ni idea de para donde tirar me fui detrás de la gente que ya se sabe que mejor seguir a la manada que siempre llegan a un pueblo habitado y dicho y hecho, allá que me fuí detrás de toda la peña. Del tren al pueblo hay un tironcillo, unos 15 minutos andando al lado de la carretera, eso si, qué carretera amigos. Impresionantes parajes de verde y corderillos por doquier.
El Peack District es una zona ganadera así que viajes a donde viajes verás vacas y ovejas por doquier. La primavera es la época elegida por el ganado para dar a luz así que te encontrabas con corderillos al más puro estilo Nori por todos lados. Las rutas suelen estar indicadas con un letrero que pone Footpath algo así como "Camino de a pie" y atraviesa en muchas ocasiones por zonas privadas que sin embargo son de libre paso para el viajero, siempre y cuando cumplas unas sencillas normas, muy lógicas por otro lado, caso es, no llevar perros sueltos, no molestar a los animales y no salirse de las rutas señaladas.
Cuando la masa se dispersó me di cuenta de que había llegado al pueblo, más bien aldea donde predominaban los pubs, bead and breakfast e inns, también había un sparq, un par de tiendecillas de bocadillos muy apañadas y una iglesia con su respectivo cementerio que era toda una cucada.
Como no sabía muy bien que rutas podía recorrer le pregunté a un lugareño que me indicó una ruta muy bonita al lado del río que no encontré pero me topé con una que llevaba precisamente al pueblo de las equivocaciones: Castleton, así que cogí mis bocadillos y mis chips y me fuí para Castleton.
El sendero atravesaba campos de ovejillas y corderos que pastaban o tomaban el sol la mar de agusto. El rio fluía un poco más abajo, buscando recovecos donde esconderse del ojo vouyer del senderista. De vez en cuando había que abrir una puerta metálica con una enorme piedra atada sabiamente para que se cerrara una vez que la soltabas sin ninguna otra ayuda que la inercia, y otra veces había que sacar la agilidad de la mochila y saltar vallas de madera que dividían parcelas de campo.
El paisaje, sobrecogedor. A cada paso me parecía estar dentro de un cuadro de los románticos del siglo XIX. La exuberancia de los árboles dejaba paso a la campiña inglesa en su estado más puro. Andando por aquellos parajes te sentías un poco como un hobbit caminando por las lomas y senderos en busca de aventuras y tesoros escondidos.
A dos millas llegué a Castleton que como Hope y Edile no era más que una calle poblada de casas rurales donde hospedarse y supermercados donde abastecerse. Desde Castleton cogí un autobús que me bajó nuevamente a Hope y camino hacia el tren cogí otra ruta esta vez pegada al rio. Caminé un rato hasta que me topé con una zona que no parecía llegar a ningún sitio y me volví al tren pero vi que había otra ruta cerca que conducía a Edile, aunque esta ya era bastante más larga así que tomé nota mental y lo dejé para la próxima vez.
El tren pasó al cabo de media hora. Los trenes de vuelta pasan cada hora, pero no me importó lo más mínimo la espera pues estaba sentada en un banco, con el sol calentándome el cogote, los pájaros y los insectos zumbando alrededor y una absoluta calma que aquietaba el alma. Desde el tren de vuelta vi los últimos rayos de luz ambarina juguetear perezosos entre las hojas de los árboles mientras el suave vaivén del ferrocarril me adormecía y me dejaba la imagen imborrable del verdor grabada en la retina.
Sin duda, repetiré.
Sed felices.
Hola Mao!
ResponderEliminarSomos dos amigas interesadas en ir a Manchester a estudiar inglés en septiembre, la verdad es que estamos un poco perdidas... y nos gustaria contactar contigo de alguna manera, via fb, mail... sería posible?
Muchas gracias de antemano!!!
Claro, no hay problema, podéis escribirme a este email: livinginmanchester@gmail.com
ResponderEliminarUn saludo.